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viernes, 1 de febrero de 2013

El cambio



La democracia, tal y como la conocemos, va a cambiar. Tiene que hacerlo.
Y no hablo de un cambio en el sistema, una revolución o cambios en la forma de administrar el poder que recae en el pueblo. De producirse un cambio, debería ser liderado por el pueblo y no por partidos políticos.

El último escándalo que ha estallado en España está revelando lo que en realidad todos sabíamos y permitíamos. Muchas veces se ha esgrimido frases como “y lo que no sabemos”, “y lo que no nos quieren contar” o “Yo también lo haría”. Éste último es el que considero más revelador…
Lo permitimos y toleramos porque nuestra bajeza moral está a la misma altura que la de aquellos que nos representan. Porque sí que nos representan. Sí que son como nosotros. La diferencia es que le han echado más huevos y han conseguido llegar hasta ahí. Es muy lamentable que la ciudadanía haya estado tolerando sistemáticamente lo que ahora se hace público mientras se sospechaba lo evidente: que nos estaban robando.

Esto es muy grave.

En el último año han estado diciéndonos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, mientras se quedaban con nuestro dinero. ¿Por qué nuestro?

A través de la Unión Europea se ha estado incentivando la economía para que nuestro estatus se igualase con el resto de países. Nos han estado inyectando dinero para que nuestro nivel de vida se equiparase con el de Francia, Alemania, Holanda… Con el dinero que la Comunidad nos iba prestando tendríamos que haber invertido en infraestructuras e industria. Ahora tendríamos que ser dueños de marcas como Seat o ser los productores de las frutas y hortalizas que se consumen en este continente. ¿Acaso no se nos llamaba la huerta de Europa? ¿Inditex no está vistiendo a medio mundo?
Todos hemos sido conscientes de cómo nos iban igualando al resto de países vecinos a la hora de pagar impuestos. Nuestra vivienda ha subido, la gasolina, el transporte, la cultura…
Y los que tenían que administrar y gestionar todo ese dinero para que fluyera y nos pusiese al nivel que merecemos, lo que han hecho es llenarse los bolsillos.

Los que recibían el dinero para que sus empresas construyeran, se guardaban parte del dinero que les estaban inyectando desde Europa para darle parte a los mismos que se encargaban de dirigir quién debía recibir esas inyecciones. Se lo estaban repartiendo todo. Nos hacían currar por dos duros y se repartían las ayudas y los beneficios.
¿Cuánto ha subido nuestro salario en los últimos trece años? ¿Cuánto ha mejorado nuestro poder adquisitivo desde que se instauró el Euro?

Tras mucho pensar y muchas formas de enfocar las posibles maneras de enfocar las distintas ramificaciones de este tema, quiero hacer un llamamiento:

Ahora es el momento clave que los políticos puede aprovechar para seguir perpetuándose legítimamente en el poder tras unas elecciones. No podemos dejar de votar. Eso puede valer si lo hacemos todos. El problema es que no nos podemos fiar de que saltemos a la piscina y nadie se quede en el borde en el preciso instante de dar todos ese paso al mismo tiempo.
Lo mejor es votar y hacerlo en blanco o en contra. No movilizarse es renunciar a muchas cosas. Movilizarse es el símbolo inequívoco de que se tiene voluntad y hacerlo de forma masiva es lo que nos da fuerza. La pasividad no es un arma. Nuestra pasividad es su arma.

Vienen tiempos oscuros y somos nosotros los únicos que podemos hacer que esto se decante a nuestro favor o en nuestra contra.

Yo, personalmente, creo que se tiene que hacer como en Islandia.

Cualquier implicado, desde el lado corrompido o corruptor, tiene que rendir cuentas. Los culpables tienen que ser despojados de todos sus bienes y deben ir a la cárcel.
Yo quiero una educación como en Finlandia. Quiero que mi sueldo me de para comprar productos que necesito, caprichos y vivir dignamente.

Soy defensor del sistema capitalista porque soy un consumidor convencido. Soy caprichoso y quiero poder darle a mi hija los caprichos que considere oportunos.

Creo en el capitalismo, pero tiene que estar repartido. Para que el sistema funcione, todos tenemos que formar parte de la cadena de consumo. Si el sistema me excluye, el sistema se derrumba.

El sistema capitalista se tiene que repartir entre toda la ciudadanía… y eso es socialismo.

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