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viernes, 28 de septiembre de 2012

Independencia Pt. 2



…Y en este sentido el debate está abierto desde otro frente.

El debate está servido cuando se habla del aspecto meramente catalán. Del sentimiento, las costumbres, la lengua, orografía… Existe. Negarlo es inviable. No a lugar. Es tajante porque es evidente y es evidente porque hay una realidad aplastante: seres humanos.
Pero también es cierto que dentro del debate, el sentimiento se expresa de diferentes formas. En Cataluña hay una diversidad muy rica en el aspecto ciudadano. Y en otros, pero no es el momento de distracciones.
Hay tantos tipos de ideas como de provincias, comarcas, municipios, barrios y calles. Cada zona y cada persona es un mundo.
Te encontrarás con el que quiere la independencia a toda costa; el que quiere la independencia, pero con ciertas condiciones; el mismo, pero con condiciones distintas; alguien que no lo tiene claro, pero los insultos le resultan intolerables; otro con la más absoluta indiferencia; otro que se refugia en el árbol que mejor sombra de; el que se niega, pero está abierto al debate; el que se niega rotundamente; el que se queda en el sofá porque es “apolítico”; el individuo que no consiente que nadie le diga lo que tiene que hacer y toma una decisión; el que se va al bar a dar soluciones pero no vota porque “no vale para nada”; el que está de resaca y no puede ni levantarse de la cama; o el olvidadizo; el indeciso; el que está haciendo las maletas por si sale lo que no quiere… Y así hasta llenar una hoja por las dos caras. (Esto cierra el círculo abierto en la anterior entrada con respecto a la mayoría y lo que representa)
En definitiva, lo que la gente no entiende desde fuera es que el debate está abierto. E incluso desde dentro. Está abierto porque hay un cierto cisma en la sociedad catalana que se torna problemático: hay una mitad catalana de nacimiento y otra mitad inmigrante o descendiente de inmigrantes. Pretendo comentar algo que puede que desde fuera no se conozca. No hay rencillas, ni mucho menos. Hay una realidad que divide, por decirlo de forma cínica, lo que pretende dividir. Y luego está el aranés, claro.

Y eso es lo que hay que hacer: Debatir. Hablar, expresarse, exponer, opinar y construir. Desde dentro y desde fuera.
No es válido el argumento que se esgrime en contra cuando jamás se ha defendido, desde ningún punto neurálgico de la política, el derecho a tomar una decisión.
Hay que comprender que, ahora más que nunca, este tema es un arma electoralista muy fuerte. Al haberse perdido otras, este tema es muy recurrente, porque, el nacionalismo, visto desde cualquier perspectiva, vende periódicos y abarrota los colegios electorales.
Que nadie se engañe, que la información, te llegue desde donde te llegue, jamás será la realidad del día a día. Y esto lo digo sobretodo por los que ven este tema desde fuera.
Yo lo veía desde fuera y ahora, que vivo dentro, la perspectiva es distinta. Luego continúo con esto y doy fin a mi diatriba. Pero a lo que voy es que da la sensación, hablando con amigos y conocidos de fuera, que todo el mundo sabe más de Cataluña que la propia Cataluña. Pero, insisto, la palabra mágica del sufragio no sale nunca. Hay miedo, supongo.
Parémonos a pensar que ahora, justo ahora, este tema está en boca de todo el mundo.

¿Se ha parado alguien a pensar en que CIU ha dimitido por no cumplir objetivos y puede que salga reforzado en unas elecciones tras renunciar? ¿La misma Cataluña que tiene menos hospitales y peor educación? ¿Nos recortan en lo más básico e incitan a un referéndum pagado por todos en plena crisis? Suma y sigue. Hace diez años no se hablaba tanto de este tema. Los motivos, pues todos los que quieras.
Pero el más sencillo, el que explica muchas cosas con respecto a la información sobre este tema (y otros) es evidente:
Mienten. Te mienten sobre Cataluña. Soy consciente de que la reacción lógica es decir que no. Lo único que puedo esgrimir es que yo pensaba igual, me vine a Cataluña y he visto una realidad distinta a la que me contaban los medios.

La gente quiere vivir y ser feliz. Llegar a fin de mes, trabajar, pagar sus facturas y ver crecer a sus hijos.

Pero no he terminado. Ahora llega lo que creo que puede ser la epifanía para muchos. Ya he dicho que no he dado mi opinión sobre el SI o el NO. Y no lo voy a hacer. No es que me reserve: simplemente no cuento con la información necesaria para tomar una decisión. España o Cataluña me es indiferente: lo que quiero es vivir con dignidad. Prefiero ver las condiciones antes de firmar nada. Tengo experiencia en eso de firmar contratos y tomar decisiones erróneas por lo que, lo de la letra pequeña, ya no me pilla por sorpresa.
Mas la epifanía está aún por llegar y va a ser tan reveladora, que puede darse alguna que otra caída. Aviso, porque el secreto que voy a revelar espero que haga pensar a todo el mundo. Esa y sólo esa es mi intención. Voy a dejar patente que en este tema hay desinformación y falta de reflexión.

Se ha estado confundiendo la semántica desde hace mucho. No es lo mismo la Independencia que la Autodeterminación. No digo que vosotros o cualquiera no sepa diferenciar la semántica. Digo que se ha “confundido”.
Como madrileño residente en una zona concreta de Cataluña, puedo asegurar que se mezclan los términos constantemente. Lo cierto es que se puede emplazar geográficamente cada palabra. En Cataluña se habla constante de Autodeterminación. Y en el resto del país de Independencia.
Por supuesto que independencia se esgrime en foros y conversaciones. Lo que digo es que, institucionalmente, lo que se pide es autodeterminación. Un derecho inalienable del ciudadano es el de procurar que su destino resida en su propia voluntad. ¿Quién puede negar eso? ¿La constitución? ¿Un militar retirado? ¿El Tribunal Supremo? 

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero no podemos olvidar que, aunque tengamos el futuro por delante, a nuestro lado nos tenemos los unos a los otros.
Insultado y odiando no se llega a ningún lado.

2 comentarios:

  1. Hola, acabo de leer ambas partes sobre el tema y lamento que no haya una 3era.

    Este tema es algo que me interesa en sobremanera, pues, soy fervientemente nacionalista pero no antiespañol. Como español, estoy siempre con el dilema de "las dos Españas" que nos afecta a todos por igual.

    Lo único que resulta evidente es que el sistema se ha quedado completamente obsoleto. Tenemos a varios partidos catalanes votando sí a una consulta a la que anticipan que votarán que no. Es decir, el centralismo como modelo está obsoleto y ha fracasado, "la gloria de España" es algo que ya no cuaja, igual que los países más en boga son aquellos que han conseguido una estructura social fiable (especialmente los tan venerados islandeses, finlandeses, etc).

    A mi me gusta soñar con un federalismo que veo imposible. Me siento muy apegado a una España que ama y respeta a sus culturas, que ve tan español el vivir la vida en asturiano, gallego, euskera, aranés, catalán como en castellano, y que no cree que la cultura castellana sea el pilar por el que todos nos tenemos que regir. Una España que si se hace grande o pequeña es por su literatura, por sus paisajes, por su comida y su vida relajada y amistosa. Esto lo contrapongo a la España que se obsesiona no con ser grande sino con ser considerada grande, que se afianza el los imperios del pasado y los distintos sistemas políticos que han silenciado toda concepción distinta de España. Mi decisión depende mucho del tipo de España que sea, y por una razón muy simple. Si España acepta que para mi el mundo castellano es la segunda opción, querría una España federal. Si no es capaz de aceptarlo, yo no puedo considerarme español, puesto que no soy ni castellano ni cortado a su patrón, y eso es algo que ni hago por molestar ni puedo cambiar.

    Este es el principio por el que me he regido a menudo, y que hasta que no leí un artículo de V. Navarro (http://www.vnavarro.org/?p=7850) no vi nadie que lo compartiera.

    Otro asunto que me preocupa es la constante alusión al nazismo y a la hipotética naturaleza cerrada de Cataluña. Creo que Cataluña puede considerarse una tierra tremendamente multicultural, y que en muy pocos sitios de España existe una tolerancia tal con lo ajeno. Es para mi otra muestra sobre la tan difundida imagen de que todo lo que no se amolda al patrón tradicionalmente nacional es una desviación despreciable.


    Un saludo y un abrazo.

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    Respuestas
    1. Gracias por tu respuesta y participación.

      De momento, no tengo pensado realizar otra entrada con respecto a este tema, aunque no descarto nada. La inspiración para escribir llama a la puerta cuando quiere.

      En este tema todo es una cuestión de perspectiva. Lo que me movió a realizar esta entrada es que todo el mundo tiene una opinión personal e individual, pero la opinión de un pueblo entero: la Democracia, brilla por su ausencia. Eso es lo que no entiendo.

      Una consulta, un referendum, una pregunta, daría respuesta: sea la que sea. Pero eso es lo que no se tolera. Democracia.

      Curioso.

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