Esta
noche la selección nacional juega la final de la Eurocopa de fútbol. Se
supone que parte favorita, porque es la actual campeona del Mundo y porque ya
ganó la anterior Eurocopa.
La marea de aficionados que se vuelcan con su selección hoy se hace notable. La gente aprovecha para cubrirse con los colores de la bandera y hacer alarde de orgullo patrio. Hoy es el día indicado para los cánticos patrióticos, para sentirse orgulloso de ser de un país y celebrar el hecho de haber salido por la vagina de tu madre en un emplazamiento geográfico determinado. No es lo mismo salir de su acogedor útero estando en un hospital español, que en uno sueco, ugandés, nepalí o canadiense. No es lo mismo. Ser español es mejor. Somos de otra casta.
La marea de aficionados que se vuelcan con su selección hoy se hace notable. La gente aprovecha para cubrirse con los colores de la bandera y hacer alarde de orgullo patrio. Hoy es el día indicado para los cánticos patrióticos, para sentirse orgulloso de ser de un país y celebrar el hecho de haber salido por la vagina de tu madre en un emplazamiento geográfico determinado. No es lo mismo salir de su acogedor útero estando en un hospital español, que en uno sueco, ugandés, nepalí o canadiense. No es lo mismo. Ser español es mejor. Somos de otra casta.
Que yo
no entienda muy bien porqué hay que estar tan orgulloso de pertenecer a un país
en el que estamos perdiendo los derechos y los privilegios adquiridos, no
significa en absoluto que tenga la razón. Si hay un gran número de
conciudadanos que se sienten orgullosos de vivir en un país con un clima
privilegiado, con unas costas envidiables, una gastronomía elogiada y una
variedad cultural riquísima, yo no soy quien para ir contracorriente o pensar
que están equivocados.
Si
defiendo la tesis de que el clima no es mérito de los españoles, las playas
están sucias, la gastronomía que importamos es elitista, ya que los propios
ciudadanos sucumbimos a la comida rápida o que la variedad cultural hace que
estemos enfrentados los unos a los otros, pues debe ser que soy una persona
rebuscada y retorcida.
Tanto
que no comprendo cómo la gente puede estar orgullosa de que en las costumbres
más arraigadas predomine el maltrato animal.
Sí que
comprendo que la gente sienta apego por sus propias raíces, su cultura y
defienda lo que es suyo. No es que rechace el patriotismo. Entiendo el
patriotismo cuando defiendes unos valores y proteges lo que consideras
inalienable para el sustento de una sociedad.
Cuando día tras día se hacen públicos más casos de corrupción, más recortes “necesarios”, rescates económicos, pensiones vitalicias para altos cargos, derroche de dinero público, sobresueldos escandalosos, cargos autoproclamados, imposiciones sociales, recortes de derechos, cierre de hospitales, copago sanitario, aumento del índice de desempleo, pérdida de derechos laborales, desahucios injustos, censura informativa…
Cuando día tras día se hacen públicos más casos de corrupción, más recortes “necesarios”, rescates económicos, pensiones vitalicias para altos cargos, derroche de dinero público, sobresueldos escandalosos, cargos autoproclamados, imposiciones sociales, recortes de derechos, cierre de hospitales, copago sanitario, aumento del índice de desempleo, pérdida de derechos laborales, desahucios injustos, censura informativa…
De
verdad: la final de fútbol es el menor de nuestros problemas.
No es
que quiera que España quiera que gane o pierda la final contra Italia: es que
me da absolutamente igual. No es el momento de mirar hacia la pelotita, símbolo
absoluto de lo hipnotizada que está la gente, sino de luchar por recuperar lo
que nos han quitado: lo que nos están quitando y lo que nos quitarán.
No es
que sea antiespañol, ni mucho menos. Simplemente soy un patriota forjado de
otra manera: para mi el patriotismo es velar por la igualdad de todos los
ciudadanos; es vigilar el acceso a una educación pública de calidad y a la que
todo el mundo tenga acceso. Es saber que ningún compatriota se va a ver jamás
en la tesitura de tener que aceptar su propia muerte por no tener recursos
económicos para costearse un tratamiento. Yo, y todos, trabajamos precisamente
para tener eso. No me importa que me quiten un poco más de mis impuestos si con
eso me aseguro de tener cubiertas las necesidades básicas de una sociedad. Y el
que quiera caprichos, que se los pague. Que todos tenemos caprichos.
Cubrir
mi torso con una bandera no me parece que sea patriota.
¿Que si
voy a ver la final?
En
principio, creo que sí. No tengo otros planes, de modo que con mucho gusto veré
la final. Últimamente el fútbol me tiene muy desencantado y el juego de la
selección española no me resulta demasiado atractivo, aunque sí da resultados.
La liga me aburre porque se ha convertido en un juego de dos y carece
completamente de atractivo… Pero la final de la Eurocopa, pues hay que
verla. Una cosa no quita la otra.
Además, yo tengo trabajo, casa, coche, plaza en el colegio para mi hija y puedo permitirme algún que otro capricho. Que dure más o menos, depende de todos.
Seguro
que a muchos no les gusta la frase anterior, pero en vez de poner solución a lo
que ya no tienen, volcarán su ira contra mí por decir lo que hay. Más de cinco
millones de parados celebrando una (posible) victoria sería algo de lo que
estar muy orgulloso, siempre y cuando al día siguiente salgan a la calle para
exigir y defender sus derechos.
Sino, es que somos imbéciles y lo que realmente necesitamos no es un rescate económico, sino sociocultural.
Sino, es que somos imbéciles y lo que realmente necesitamos no es un rescate económico, sino sociocultural.
Hay
algo que deberíamos empezar a comprender de una vez por todas:
Ser de
izquierdas o de derechas implica un fin común, pero recorriendo distintos
caminos. Todos queremos que las cosas nos vayan mejor.