Estar
sano no es ningún privilegio. Caer enfermo es algo humano. Nuestras defensas no
siempre pueden frenar el ataque de bacterias o virus. A veces un estornudo no
es nada y otras es el preámbulo de unos días incómodos encerrado en casa y
metido en la cama sin poder moverse.
Nadie
quiere pasar por esa situación. Hay ocasiones en las que una enfermedad no
tiene nada que ver con una batalla perdida ante microorganismos: un accidente
puede llevarte a una convalecencia a la que de buen grado cualquiera renunciaría.
Se puede presumir que puede llegar a darse el caso en el que alguna persona finge un estado de enfermedad transitoria para cobrar dinero de un seguro o para ausentarse del trabajo de manera fraudulenta. Seguro que eso ocurre. Pero no se puede presumir que todo el mundo es así.
Se puede presumir que puede llegar a darse el caso en el que alguna persona finge un estado de enfermedad transitoria para cobrar dinero de un seguro o para ausentarse del trabajo de manera fraudulenta. Seguro que eso ocurre. Pero no se puede presumir que todo el mundo es así.
De modo
que alguien tuvo la genial idea de recaudar dinero de todos los contribuyentes
y así sufragar una seguridad social para todos los ciudadanos. La
idea era sencilla: se establecía un porcentaje para todos los trabajadores y de
ese modo se creaba un sistema sanitario nacional.
Todo el
mundo queda cubierto. De ese modo, si te indispones, sólo tienes que ir al
médico, que es el que sabe de curar enfermos: te diagnostica y te trata. Dicho
médico considera si necesitas permanecer de baja o si puedes continuar con tu
cotidianeidad laboral.
Lo
mejor de todo es que no hay índices de beneficios. Al no haber ningún ánimo de
lucro, nadie especula con los gastos, con los beneficios o con los recortes en
medios, material o maquinaria.
Es perfecto: no hay lugar al beneficio económico de nadie, por lo que la
corrupción queda descartada. Nadie puede llenarse los bolsillos, ya que el
presupuesto está previsto con antelación y todo está debidamente atado. Y como
no hay un empresario que antepone su estipendio a la salud de un individuo, es
imposible que se desatienda las necesidades del paciente en detrimento de las
ganancias.
Es una
ventaja social importantísima, ya que una sociedad sana es una sociedad
productiva al cien por cien. Si enfermas, se te cura. El mayor beneficio es
tener a las personas rindiendo al máximo y sin preocuparse por su deterioro.
Si puntualmente
no queda cubierto todo por falta de recursos, siempre se puede recaudar algo
más o reducir ciertos gastos superfluos. ¿Quién se opondría a tener la certeza
de que será atendido en un hospital, ambulatorio o clínica cuando le haga
falta? ¿Tiene precio saber a ciencia cierta que no debes estar pendiente de tu
tarjeta de crédito cuando has de salir corriendo a Urgencias? ¿No es magnífico
saber que la patria se preocupa por su sociedad?
Pues
resulta que no: es mejor tener a la gente enferma.
Puede que
sea una maniobra para debilitarnos y poder doblegarnos fácilmente dada nuestra flojera.
O puede que estén espoleando la propia evolución de las especies creando una
nueva raza humana genéticamente superior y que es capaz de la sanación espontánea. Para ello, debemos empezar a adquirir conocimientos en medicina. Todos a la universidad.
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