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viernes, 24 de agosto de 2012

Oslo, Utøya, Breivik.


Esta misma mañana se ha hecho pública la sentencia contra Anders Breivik. Esta misma mañana me he enterado de que la condena asciende a 21 (veintiún) años de cárcel. A la gente le ha faltado tiempo para criticar dicha condena. Pocos años, dicen. Justo después, y tras el método de la división calculan que cada víctima le ha salido al tipejo este por la friolera de 3´666 años.
Resulta que la gente ve en esta cifra la cantidad de años que le caen a un asesino en un país como Noruega por cada víctima. 3´6 años es lo que castiga Noruega a sus asesinos: a sus terroristas.
Al final al “muy” este no le han declarado “loco”. Lo que nadie lee o dice haber leído es que la sentencia recoge que estos 21 años no garantizan salir libre al cumplir la sentencia, sino que es prorrogable si se considera oportuno. Prorrogable de cinco en cinco años. Así hasta cumplir una posible cadena perpetua.
A mi también me parece lamentable esta condena. A cualquiera con dos dedos de frente le parecerá una cifra absurda. Lo que parece que nadie piensa es que no hay una cifra exacta para paliar el dolor. No existe una cifra concreta que aplaque la sed de venganza. ¿Por qué nadie piensa ya en lo que pasó aquél día en Oslo y Utøya? Da la sensación de que nadie se para a pensar en lo que ocurrió aquel 22 de Julio de 2011. Todos nos quedamos con la cara del asesino: con lo que hizo y con el castigo que, bajo nuestro punto de vista, merece.
Lo que yo me pregunto es qué medidas está tomando Noruega para que algo así no vuelva a ocurrir jamás. Es más: ¿Qué tiene que decir al respecto la sociedad noruega sobre lo que su gobierno está haciendo para tratar de evitar sucesos como este? Lo que muy poca gente sabe es que al día siguiente de la tragedia en el país escandinavo, Wikipedia introducía un nuevo apartado en la definición de Noruega con “Ataques terroristas”, para incluir este oscuro suceso como “El primer atentado terrorista en la Historia de Noruega”. A día de hoy alguien ha querido incluir los también fatídicos sucesos del Inner Circle como actos terroristas, tal vez para quitar protagonismo a un egocéntrico Breivik.

Lo que poca gente sabe son las estadísticas que tiene Noruega como país.

Todos estamos de acuerdo en que la cifra en cuestión va a ser siempre pequeña. Pero es que, además, cumpla los años que cumpla, siempre serán pocos.
Otra cosa es que seamos nosotros precisamente, España, el que vea la paja en el ojo ajeno a Noruega. Con un par, si señor. Nosotros, que de terrorismo sabemos largo y tendido, ¿verdad? Y de derechos humanos, también somos expertos. O de cómo los políticos y los banqueros tienen que trabajar.
Nosotros, que nos llevamos las manos a la cabeza cuando un individuo, de forma simbólica, llena un carro de la compra para paliar el hambre de sus vecinos y se convierte de repente en el enemigo público número uno de casi todo un país. Mientras, eso sí, todos somos cómplices del desfalco sistémico y endémico que sufre nuestra nación. De eso, mutis por el foro. Hay que ver, cómo son las cosas.
Será que las carencias del sistema educativo de todos estos años están dando sus frutos. España se ha convertido, como sociedad, en el necio que mira el dedo que está señalando a La Luna. Que nadie señale hacia Islandia, no vaya a ser que todos los países se den cuenta de lo necios que somos. Mejor miremos hacia Grecia… Los países miran hacia lo que se quieren convertir. Yo miro hacia Noruega.

El acto de un solo hombre no determina el valor de una sociedad. En cambio, una sociedad, sí se determina en el trato que da a sus presos.